sábado, 30 de abril de 2011

Héroes y villanos

Siguiendo el hilo de la temática que vamos abordando en esta asignatura, he decidido leer un artículo que versa sobre el proyecto Censurado. El texto viene a enfatizar, una vez más, el control de la sociedad mediante una de las armas más poderosas.
A través de un recorrido por diversas noticias internacionales que no salieron a la luz pública y que, posiblemente, hubieran hecho mella en las sensibilidades de cada uno de nosotros, fuéramos testigos directos o no de los acontecimientos, la autora da a entender, por ejemplo, cómo políticos como el ex presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ganaron las elecciones a costa de ocultar sus nefastas gestiones.
Mi reflexión sobre este particular es que cada uno de nosotros hemos nacido con unos prejuicios bajo el brazo, con una cultura que nos ha enseñado que en este mundo hay héroes o villanos y en la que Estados Unidos, ya sea por influencia política, económica, audiovisual o un poco de todo, siempre ha ocupado el papel de guardián de los 'buenos valores'.
Al margen de esto, mi conclusión tras leer el artículo es que da igual que hubieran salido a la luz todos aquellos rocambolescos acontecimientos, todas esas muertes de inocentes veladas, todos esos agricultores que perdieron su capacidad de autoabastecerse para responder al beneficio de Estados Unidos o la invasión en la intimidad de la vida de los ciudadanos que se denunciaba en una de las noticias censuradas. La impotencia como individuos seguiría siendo la misma, al igual que ocurre hoy en día con la inopinada e insoslayable destrucción del ecosistema (en la que potencias como Estados Unidos o China tienen mucho que decir).
En definitiva, si toda esa información censurada se hubiera conocido, los héroes y villanos hubieran sido exactamente los mismos porque siempre habría una argumentación, canalizada a través de los lobbys y los medios de comunicación que se alían con el poder, para exculpar tan reprobables actuaciones. No importan los medios que el héroe use en su emboscada porque el fin siempre será el mismo: procurar una sociedad idílica para los más poderosos. Sí, ese sueño americano, ahora restringido a las más altas esferas (élite política, brokers, banqueros, inversores, deportistas, artistas de renombre, etc...), en el que para flotar hay que hundir al de al lado (aunque sea de tu mismo país y tenga tus mismos rasgos culturales) y en el que cualquier cosa está justificada porque los villanos serán siempre los demás.

¿Algún día veremos el fin de esta situación tan desequilibrada en el que unos siempre ganan y otros siempre pierden? Después de ver 'Inside Job', no percibo signos de que esto vaya a cambiar.

viernes, 22 de abril de 2011

Mad Men

Ya era hora de explicar la imagen de este blog. He aprovechado un hueco que me ha dejado la Semana Santa para comentar por qué elegí precisamente la cabecera de una serie titulada Mad Men. Para quienes aún no la conozcan, simplemente tengo que apuntar que es, en mi humilde opinión, la mejor producción televisiva que he visto en los últimos años. De hecho, mi novia y yo nos hemos 'devorado' del tirón las cuatro temporadas de la serie y gracias también a la inestimable ayuda de Megavideo. Aunque ha llegado hasta nuestros oídos que habrá una quinta temporada, el hecho de terminar la serie nos ha dejado con una sensación de vacío que no experimentaba desde mi muy añorada Lost.



Pero, al margen de que la serie esté bien o mal, que cree adicción o no, la quería rescatar en esta entrada por un motivo diferente. Empezaré diciendo que la elección de la cabecera de Mad Men para adornar este blog no es ni mucho menos arbitraria. Obedece a un intento de ilustrar, de una manera sutil, uno de los males latentes en la información audiovisual. Y éste no es otro que, como han dicho otras compañeras en sus blogs, la continua presencia de un ideario sexista en las diversas manifestaciones que nos llegan desde la tele, las salas de cine o incluso los videojuegos.
Ahora bien, ¿por qué Mad Men? Pues, en esencia, porque es una serie que, más allá de la trama principal (que gira en torno a las vicisitudes de Donald Draper, el director creativo de una agencia de publicidad de Nueva York), nos muestra dos aspectos importantes que han influido en la formación del encasillamiento indisimulado que se aplica al género femenino.

Por un lado, el lugar secundario que, hasta hace dos días como aquél que dice, ocupaba la mujer en una sociedad dirigida por y para los hombres. De hecho, los personajes femeninos de la serie no dejan de ser arquetipos de aquellas mujeres relegadas a desempeñar una labor en la sombra, ya fuera como amas de casa (Betty Draper), como secretarias (Joan Harris) o como trabajadoras poco valoradas por sus iguales (Peggy Olson). Precisamente ésta última, Peggy Olson, se queja en el siguiente extracto (está en inglés, pero se entiende bastante bien) del trato de sus compañeros, todos ellos más preocupados por el aspecto físico de la nueva secretaria y por seducirla que por conocerla como persona que es.

http://www.youtube.com/watch?v=G2FZOCgZe8k&feature=related

Y, por otro lado, la serie es interesante para un análisis audiovisual por exhibir, de una manera bastante elocuente, el servicio que han prestado los diferentes aparatos ideológicos (y, en el caso de Mad Men, hablamos de la publicidad en concreto, dominada, cómo no, por el hombre occidental) para la causa sexista. En la serie se aprecian claramente los entresijos de cómo funciona este mundillo y cómo ha colaborado, desde su esfera, tanto en la creación de una serie de necesidades consideradas típicamente femeninas como en la manipulación de la mente humana para legitimar una visión, la de la mujer-objeto que sólo se preocupa por cuestiones de belleza y asuntos etéreos, totalmente subjetiva e injusta de la realidad social.
Incluso la única creativa que trabaja para la agencia Sterling Cooper (una secretaria a la que 'ascienden' por sus buenas ideas, aunque tiene peores condiciones salariales que sus compañeros), se ve forzada a pensar de una manera masculina ideando eslóganes e imágenes que refuerzan ese sambenito (la serie se sitúa en los 60, pero, viendo la publicidad de nuestros días, vemos que algunos tópicos relacionados con la mujer aún persisten) de que todo lo que las mujeres quieren es estar guapas y encontrar un buen marido. Aquí dejo otro extracto 'revelador' del sexismo presente en el discurso de las campañas publicitarias. Hasta para vender productos para un público masculino como son los desodorantes se piensa en la mujer como posible compradora, lo que no deja de ser una forma de posicionarla en el subsector de lo estético mientras los hombres se ocupan de los asuntos importantes:

http://www.youtube.com/watch?v=8SSbnf2eTjs

Asimismo, la serie tiene momentos que invitan a la reflexión sobre el alcance que ha adquirido hoy en día la publicidad. Antes de hablar de ello, me gustaría dejar dos ejemplos de la discusión que mantienen algunos personajes de Mad Men (en especial, Don Draper y varios amigos hippies de su amante) sobre el poder de este negocio.


http://www.youtube.com/watch?v=_z6vsYELcjw

http://www.youtube.com/watch?v=4O1VBBGcXSo&feature=related

En uno de estos extractos se dicen cosas como las que siguen:

-Perpetuando la mentira, ¿cómo duermes por la noche? (Personaje hippie)

-Ustedes y sus charlatanerías crearon la religión del consumo de masas. (Personaje hippie)

-La gente desea tan fuertemente que le digan qué hacer, que escuchan a quien sea. (Donald Draper)

Efectivamente, la publicidad, como se infiere de diálogos como éste, se ha convertido en un agente de primera magnitud en nuestras vidas no sólo provocando que tengamos nuevas apetencias materialistas sino también reafirmando una forma de pensar con la que nos podemos sentir más o menos identificados. En relación con el discurso sexista, es evidente que buena parte del discurso publicitario aún opta por una línea 'conservadora', entendiendo por ésta la que perpetúa el encasillamiento que ha venido sufriendo desde tiempos inmemoriales la mujer. Por cierto, nuestra compañera Amaia ya ha puesto unos ejemplos más que evidentes de este estilo. Sin embargo, nos hacemos una pregunta, ¿no estaremos haciendo demasiado responsable a la publicidad del legado sexista cuando quizás el verdadero origen de este problema se encuentra en la propia sociedad? Desde mi punto de vista, considero que, si la publicidad sigue recurriendo a esas fórmulas estereotipadas en las que la mujer es 'utilizada', es porque mucha gente sigue siendo complaciente con esa forma de pensamiento y, por tanto, todavía no se ha librado de los prejuicios y valores que antes existían con respecto a las mujeres. Pero también hallamos otro problema que repercute en el mantenimiento de este arraigado sexismo: la inconsciencia de la audiencia. Y es que otros muchos consumidores de medios, debido a la falta de educación para los medios que existe en nuestro país, no son capaces de percibir o se mantienen indiferentes ante los mensajes que nos llegan desde aparatos como la publicidad. Así que, bien por aceptación o bien por inacción o desconocimiento, colaboramos en que ciertas presunciones tergiversadas con respecto a la mujer permanezcan vivas.

lunes, 11 de abril de 2011

Mujer, ¿la sal de la tierra?

Después de haber leído este fin de semana el artículo de Ramón titulado 'Mujer, ¿la sal de la tierra, la luz del mundo?, he llegado a la conclusión de que muy pocas veces -y hablo en mi condición de hombre- somos conscientes de la desventaja con la que parten las mujeres en el juego de la vida y, sin embargo, cómo, gracias a su fuerza mental, son capaces de llevarnos la delantera en la mayoría de las ocasiones.
El recorrido histórico que se plantea en el texto mencionado es muy interesante, así como la descripción de las distintas etapas que han dado forma al papel de la mujer en el mundo.
En cada paso de la historia podemos observar cómo ligeramente ha evolucionado la identidad de la mujer, pero en ningún caso ha conseguido igualar y, ni mucho menos, superar el estatus de supremacía que lleva consigo el haber nacido varón: desde la primera mujer o mujer despreciada, siguiendo con la segunda mujer o mujer exaltada (pero sólo como 'objeto' de deseo para el género masculino) y terminando con la tercera mujer o indeterminada que por fin obtiene su independencia, pero a costa de mantener su rol de ama de casa simultáneamente.
Tampoco han ayudado en la emancipación de la mujer los estereotipos que vienen imponiéndose desde décadas en las instituciones que son precisamente responsables de nuestra educación y que estructuran nuestros pensamientos de acuerdo a la línea invisible, pero bien palpable, que desprecia el valor de la mujer en la sociedad.
Como bien afirma el profesor Correa, desde la iglesia, la escuela, los videojuegos hasta los medios de comunicación (¿O podríamos decir también, dado el impacto que tienen en nuestra cultura desde que somos bien pequeñitos, medios de educación?), muchos agentes organizados han desempeñado una función importante en la definición de nuestra personalidad. Y en lo que se refiere a la mujer, todos menos, casi a última hora histórica, la propia mujer han colaborado en la consolidación de un determinado arquetipo asignado, sí o sí, al sexo contrario. Parafraseando a Ramón, "ser hombre o ser mujer es lo primero que distingue a los seres humanos y lo que organiza y rige patrones de comportamientos, actitudes y expectativas".

miércoles, 6 de abril de 2011

Información oportunista

Después de lo hablado ayer en el chat, donde debatimos sobre el sutil o, como deslizó nuestra compañera Marga, no-sutil totalitarismo que vivimos actualmente, me ha llegado casi por casualidad un artículo en el que se habla de él. Pone el foco en su verdadero motor: el poder económico, aliado, cómo no, con el poder político que legitima que el interés capitalista de unos pocos pueda decidir por el presente y futuro de todos nosotros. ¿Cuánto tardará la sociedad global en darse cuenta de que, sin una gran movilización, estaremos condenados a sufrir endémicamente períodos críticos como los que están sacudiendo los cimientos del Estado de Bienestar (para los afortunados que tenían algo de bienestar, porque otros muchos, la gran mayoría, ni siquiera pueden presumir de haber gozado de esa palabra)?

Curiosamente, el artículo hace mención a la película que nuestro compañero Pepe comentó: Inside Job. La sinopsis podría ser, en resumen, la siguiente: De cómo el salvador Barack Obama agachó la cabeza ante el verdadero mecenas de este tiempo: el ansia de dinero. Sin duda, habrá que ver el documental. Por otra parte, el artículo deja otra propuesta bibliográfíca interesante: ¡Indignaos! del francés Hessel.

Como dice el periodista de El País, resulta paradójico ver una columna tan incendiaria en una publicación en la que la palabra capital subyace en la mayor parte de los titulares. Os recomiendo leerla. Aquí va un adelanto:

A Farrell no le tiembla el pulso al hacer un llamamiento a que la gente despierte ante "el espejismo de los súper ricos que está destruyendo el sueño americano para el resto de nosotros". "Los súper ricos no se preocupan por usted" exhorta a sus lectores, porque viven al margen de la crisis, a lo sumo se preocupan "en abstracto" por el bienestar del país, envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en los mejores resorts, de los mejores profesores de pilates, el mejor masajista, los mejores cirujanos y las mejores escuelas privadas para sus hijos". "Y nada de lo que se escriba va afectarles". Y acaba: "No digan que no fueron advertido. Tienen tiempo para preparar la revolución que se avecina, la depresión".

Y el enlace: http://www.elpais.com/articulo/economia/ricos/pagan/impuestos/enfrentaran/revolucion/elpepueco/20110404elpepueco_14/Tes

viernes, 1 de abril de 2011

El fundamentalismo de la imagen en la sociedad del espectáculo

Antes, los límites que las personas encontraban se basaban principalmente en coordenadas geográficas, ya que no existía una evidencia iconográfica de lo que se salía de cada círculo personal. Con la sociedad de la información, en cambio, nos adentramos en la posibilidad de "ser y estar en cualquier parte". Ahora, el problema ya no está en el límite de la información a la que podemos acceder, sino que reside, más bien, en las limitaciones que tenemos para poder entender ese diluvio de información al que estamos expuestos permanentemente. Como dice Aguaded, "las ocasiones de vigilancia crítica cuando consumimos imágenes son muy escasas y, en el caso de la televisión, la relación hipnótica es la más frecuente".

En esta sociedad el volumen de datos es inmenso, pero la realidad es que los medios de comunicación que nos 'informan' sólo nos dan pinceladas o retazos de una realidad construída en base a las piezas de un puzzle de intenciones. Con esto, me refiero a lo que en el texto El fundamentalismo de la imagen en la sociedad del espectáculo se denomina 'fabricación del consenso' y que, básicamente, tiene como objetivo adormilar el espíritu crítico ante la recepción masiva de información.

Un apunte interesante que he encontrado es el mencionado por Noam Chomsky: "Los medios de comunicación son sólo una parte de un sistema doctrinario; las otras partes son los periódicos de opinión, las escuelas, las universidad, la erudición académica". Creo que Chomsky está en lo cierto al tachar como otro factor responsable al proceso educativo, en el que, en mi opinión, se echa en falta ese empuje al alumnado para que se cuestione la información, para que se investigue y se haga preguntas para intentar encuadrar las imágenes dentro de un contexto muchísimo más complejo que, posiblemente, conduciría a una interpretación más fidedigna de los hechos. Sobre esto último, me gustaría recuperar una idea que expresaba Ignacio Ramonet en su libro La tiranía de la comunicación. El director de Le Monde Diplomatique venía a decir que no podemos aspirar a informarnos adecuadamente de un suceso utilizando como única fuente la televisión (a la que, por cierto, considera como un medio de distracción). Para comprender de una manera íntegra y reflexiva lo que está sucediendo en el mundo, en nuestro país o en cualquier ámbito de la realidad se requieren mucho más que 30 minutos delante de la pantalla. Es decir, el estar bien informados exige un esfuerzo o una actitud que podríamos calificar como activa. Además, no sólo es importante el tiempo que dedicamos a informarnos sino también el cómo nos posicionamos como receptores de la noticia, si desde un enfoque pasivo o desde un enfoque crítico y reflexivo con respecto a los mensajes de los medios.

Tampoco podemos olvidarnos del sistema publicitario, al que muy bien define el profesor Correa como "balón de oxígeno económico que mantiene la industria cultural y mediática, piedra angular de la economía globalizada neoliberal donde todas las mercancías que son producidas tienen que ser consumidas para asegurar la pura supervivencia del sistema". Y es que, en mi opinión, es un elemento más que colabora en la construcción de imágenes y contenidos que sirven a unos intereses empresariales de los que los ciudadanos son 'víctimas', viéndose atrapados, por esa falta de formación ante la información, en una espiral de consumo que desplaza la importancia de la premisa "to be" para concedérsela al "to have".

La afectividad parece ser la clave fundamental sobre la que gira todo este proceso. En definitiva, la información que más trasciende es aquella que va cargada con un peso emocional superior. En este sentido, suscribo lo que decía el pensador Giovanni Sartori con respecto a los peligros de confiar excesivamente en la imagen: "El acto de ver está atrofiando la capacidad de entender".

¿Qué es una imagen?

El profesor Ramón Ignacio Correa nos propuso en el último chat de la asignatura 'Teoría y Práctica de la Información Audiovisual' que definiéramos 'imagen' de manera personal y sin interferencias de ningún tipo. Bueno, allá voy. Para mí, la imagen es una construcción creada a través de diferentes formatos y tecnologías (dibujo, fotografía, cámara de vídeo, etcétera...) pero mediatizada siempre por el más influyente de los filtros, el intelecto humano, con la que se pretende proyectar, en el sentido de hacer visible, algo real o ideal (también se pueden producir imágenes de ficciones que sólo existen en nuestro pensamiento) con una multiplicidad de intencionalidades y significados. No conviene olvidar que las imágenes, al proceder de una operación ejecutada por el hombre o la mujer, no dejan de ser expresiones que parten, en todas las circunstancias, de un sujeto emisor cuya idiosincrasia, individual o colectiva, influirá en los fines perseguidos. Con esto último, quiero destacar el hecho de que las imágenes, más que reflejar fielmente la realidad, responden a una selección concreta manipulada voluntariamente por los seres humanos, de ahí que hayamos optado por definirla como construcción.

Espero ahora enriquecer mi concepto con las aportaciones de los compañeros y también de nuestro profesor.