Después de haber leído este fin de semana el artículo de Ramón titulado 'Mujer, ¿la sal de la tierra, la luz del mundo?, he llegado a la conclusión de que muy pocas veces -y hablo en mi condición de hombre- somos conscientes de la desventaja con la que parten las mujeres en el juego de la vida y, sin embargo, cómo, gracias a su fuerza mental, son capaces de llevarnos la delantera en la mayoría de las ocasiones.
El recorrido histórico que se plantea en el texto mencionado es muy interesante, así como la descripción de las distintas etapas que han dado forma al papel de la mujer en el mundo.
En cada paso de la historia podemos observar cómo ligeramente ha evolucionado la identidad de la mujer, pero en ningún caso ha conseguido igualar y, ni mucho menos, superar el estatus de supremacía que lleva consigo el haber nacido varón: desde la primera mujer o mujer despreciada, siguiendo con la segunda mujer o mujer exaltada (pero sólo como 'objeto' de deseo para el género masculino) y terminando con la tercera mujer o indeterminada que por fin obtiene su independencia, pero a costa de mantener su rol de ama de casa simultáneamente.
Tampoco han ayudado en la emancipación de la mujer los estereotipos que vienen imponiéndose desde décadas en las instituciones que son precisamente responsables de nuestra educación y que estructuran nuestros pensamientos de acuerdo a la línea invisible, pero bien palpable, que desprecia el valor de la mujer en la sociedad.
Como bien afirma el profesor Correa, desde la iglesia, la escuela, los videojuegos hasta los medios de comunicación (¿O podríamos decir también, dado el impacto que tienen en nuestra cultura desde que somos bien pequeñitos, medios de educación?), muchos agentes organizados han desempeñado una función importante en la definición de nuestra personalidad. Y en lo que se refiere a la mujer, todos menos, casi a última hora histórica, la propia mujer han colaborado en la consolidación de un determinado arquetipo asignado, sí o sí, al sexo contrario. Parafraseando a Ramón, "ser hombre o ser mujer es lo primero que distingue a los seres humanos y lo que organiza y rige patrones de comportamientos, actitudes y expectativas".
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