sábado, 7 de mayo de 2011

¿Reflejan los media la realidad del mundo?

El último artículo de la bibliografía de la asignatura de Teoría de la Información Audiovisual que he leído viene de la mano de uno de mis autores favoritos y periodista para más señas. Ryszard Kapuscinski, una vez más, remueve la voz de nuestras conciencias con un grito a la búsqueda de la verdad, a la crítica y a la formación de individuos activos en la recepción de la información.

http://www.rebelion.org/hemeroteca/medios/ryszard180602.htm

El autor de origen polaco refleja la nostalgia de tiempos pasados donde la figura del periodista era la de un diamante en bruto que velaba por la búsqueda de la información sin estar condicionado por intereses comerciales.

Creo que, con el avance de las tecnologías, las fuentes para consumir información se multiplicaron por mil y, al descubrirse el gran poder que escondía el control del mensaje, todo el mundo quiso su trocito del pastel.

No pienso personalmente que el problema resida en la pérdida de aquel idealismo de periodistas soñadores que quedaron reemplazados por la mercancía de hombres de negocio, sino más bien en una adaptación de todos los eslabones que forman el mundo de los medios de comunicación a la rapidez exigida actualmente por los soportes informativos. Es decir, hoy en día, en el mundo mediático priman más aspectos como el adelantarse a los demás, el generar cantidades ingentes de información o el llegar a todos los sitios que otros que en su momento gozaron de más prestigio como el periodismo de investigación, tan necesario por otra parte para el ejercicio de la función de 'perro guardían' que siempre se le ha atribuido, merecida o inmerecidamente, al periodismo.


A diferencia de otros sectores del mercado, donde la oferta se crea a partir de la demanda, los media crean su oferta a partir de intereses políticos y/o empresariales que dictan cómo debe ser la audiencia y el contenido que ésta ha de consumir para, así, mantenerla hipnotizada. Es cierto que, a veces, también hay calidad y excelencia en el contenido y en el tratamiento de la información, pero casi siempre, desde diversos frentes (la educación formal, la que recibimos en nuestra familia, la que obtenemos de nuestras amistades, la que brindan los propios medios, etc...) hemos sido educados como individuos pasivos, es decir, creyendo a ciegas toda la información y consumiéndola como si fuera una verdad irrefutable, sin esfuerzo por investigar o buscar otros puntos de vista antes de aceptar esa realidad tal como nos la pintan.

Y la pasividad no es otra cosa que la falta de motivación. Y es que, desde la escuela y desde la familia, deberían formarse individuos más exigentes y críticos, debería incentivarse el conocimiento reflexivo de lo que nos rodea para ser capaces de cambiar, de luchar contra las injusticias o de percibir la manipulación que se cierne sobre esas idílicas democracias en que vivimos.

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